Nápoles Bar, el anticuario

Federico Moreno

Cocina italiana, arte y objetos antiguos en San Telmo


En el corazón del barrio de San Telmo, se revela una auténtica joya gastronómica porteña. Al cruzar el imponente portón de entrada y adentrarse en su amplio salón, el visitante se ve envuelto en una experiencia que va más allá de la experiencia “pizza napolitana”. Nápoles Bar no es solo un restaurante, sino un escenario que fusiona la esencia de un anticuario, un comedor y una locación de película. La magia que logra el lugar es transportar a uno directamente al sur de Italia. Nápoles encarna la alegría de su gente, el bullicio de comensales disfrutando de sus variadas pizzas y burratas que llegan rápidamente desde la cocina a las mesas. Este lugar va más allá de la gastronomía; es un espacio de tradición, folklore e historia, reflejados en cada objeto que rodea, cuelga y se convierte en parte fundamental de la experiencia.

Gabriel del Campo, anticuario y rescatista de curiosidades es el responsable y dueño de Napóles Bar. Estatuas, soldados de terracota, candelabros, autos antiguos, una replica del Titanic, balanzas, juguetes y miles de objetos más que el ojo humano no da a vasto. “Todo comenzó con el incentivo de querer seguir comprando lo que me gustaba. Como el ojo se va educando, a medida que pasa el tiempo me interesa lo más caro. Además, cuando un objeto te va despertando pasión, es muy difícil que te quedes con uno solo. En general, los coleccionistas somos compulsivos, pero gran parte de ese mundo está terminándose porque la gente perdió el afán de sistematizar. Antes se buscaba completar la colección de una misma cosa. Hoy, el que tiene necesidad de comprar está mucho más ligado por lo que les provoca cada pieza. Quizás se tiene una araña francesa de cristal, una obra de arte contemporáneo, una moto, un auto a pedal de juguete, un mueble del siglo XVlll y todo convive. Ahora el coleccionista es ecléctico en cuanto a lo que elige y a la emoción”, explica Gabriel en una entrevista en La Nación.

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Más allá de la ampulosidad de su salón, Nápoles conjuga su propuesta gastronómica con su barra de tragos, para ofrecer una experiencia que viaja por los sabores de las clásicas pizzas napolitanas y cocktails con influencia mediterránea. “Todo arrancó como un speakeasy. Había armado un almacén adelante, dónde teníamos fiambres italianos y la máquina de cortar manual, y se abría una puerta que daba a un lugar con 20 mesas. A los dos meses había cola en la calle. Como me daba pudor que la gente esperara en la vereda, nos fuimos ampliando”, recuerda Gabriel del Campo.

Napoles Bar en San Telmo, especialidad pastas y pizzas italianas

Nápoles Bar, una cocina italiana

 Su carta es amplia, con muchas opciones y donde se respeta las recteas, cocciones y sabores del origen de sus platos. Entre las Antipasti se destacan la Provoleta Totó (provolone grillado con tomates asados al oreganato, olivas, rúcula y óleo de albahaca), bruschetta (pan de campo tostado con muzzarella, prosciutto, tomates asados y pesto de oliva), fritella di bietole (bueñuelos crocantes de acelga con pomodoro y salsa formaggio) y la Burrata regina (queso hilado fresco acompañado de emlsión de oliva, chutney de peras, tomates asados y pimienta).

La especialidad son sus pizzas que cumplen todas las expectativas. Entre las más pedidas están la de Quatro (cuatro quesos, muzzarella y pomodoro), Napolitana (tomate en rodajas, muzzarella, pomodoro y pesto de albahaca), Prosciutto (prosciutto, muzarella, rúcula, parmesana y pomodoro), Kale (funghi ahumado, hojas de kale, tomate, muzzarella y pomodoro), Morrones (queso azul, muzzarella, jamón, rúcula y morrones asados) y Cipolla (cebollas caramelizadas, muzarella y pomodoro). También hay opciones veganas como la Kcm (morrones, cebollas caramelizadas, hojas de kale y pomodoro) y Arancione (funghi, espinaca y calabazas asadas).

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Las pastas son otra de las estrellas del local, con Raviolo nero (relleno de cremoso de pesca blanca al vino blanco con ajillo y puerro), Sorrentinos Maiale (sorrentinos de masa de morrrones asados, rellenos de bondiola braseada en salsa de cerveza negra), Gnocchi (de rúcula salteados con hongos ahumados, tomates y panceta grillada), Fettuccine al pepe (pasta al huevo con polpetas estofadas en pomodoro) y Panzotti impreso (masa al huevo, relleno de muzzarella con crema de queso azul y provola fundida).

Para cerrar unas ricos postres, donde se ofrecen Tiramisú de la casa, Tarta de lima con merengues, Carpaccio de ananá, Almendrado argentino con salsa de caramelo y Napoli (merengue, dulce de leche, duraznos y helado de crema).

Una pizca de otros tiempos, con sabores modernos y napolitanos, que confluyen en este anticuario donde lo que prevalece son los buenos platos para lograr buenos momentos.


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