Los 5 mejores bodegones de Buenos Aires

Mercedes Andrada

Platos tradicionales y lugares emblemáticos

Buenos Aires es famosa por sus bodegones. Como si el paso del tiempo no afectara sus cocinas y salones. Son restaurantes de porciones generosas, precios baratos y ambientes populares. ¿Qué se come en los bodegones de Buenos Aires? Comidas caseras para todos los paladares, en sus cartas son infaltables las milanesas, rabas, tortillas, pastas, picadas, estofado, cazuelas, matambre con ensalada rusa, pollo a la provenzal, empanadas, parrilladas, pucheros, panqueques y flan. Un bodegón no es simplemente un lugar para disfrutar de una buena comida; representan un punto de encuentro que refleja la historia cultural, social y gastronómica de los distintos barrios porteños. En Manjar, los invitamos a descubrir los mejores Bodegones de Buenos Aires.


El Obrero

Agustín R. Caffarena 64

https://www.instagram.com/elobrero1954/?hl=es

En el barrio de La Boca se encuentra un rincón que ha dado de comer varias a generaciones de porteños. El Obrero, es uno de los bodegones emblemáticos de la ciudad. Fundado en 1954 por Marcelino Castro, que había dejado su pueblo en Asturias para emprender una nueva vida en Buenos Aires. Cuando inauguró era un lugar de bebidas, de cartas. Cuando Marcelino compró el fondo de comercio le sumó una fonda con tres platos muy calóricos: ternerita guisada, sopa y guiso. Su clientela eran los obreros del Puerto, de la Ford, estibadores y de la Compañía eléctrica. Con el paso del tiempo se fue convirtiendo en una parado obligatoria para los bohemios, artistas y pintores. Con la crisis de los años 80, al cerrar varias fábricas y escasear los trabajadores, la clientela fue mutando. La carta también. Se incorporaron nuevos platos como revuelto de gramajo, milanesa napolitana. El Obrero se convertía en un Bodegón. Por sus precios accesibles y sus porciones abundantes su salón siempre está colmado.

Entre los platos más pedidos están las tortillas de papa, las rabas, bife de chorizo, matambrito de cerdo y parrilladas para compartir. Entre las pastas, ravioles de espinaca con estofado. De postre los tradicionales flan casero, budín de pan y pavé de vainilla.

El Obrero se destaca por su autenticidad. Su cocina generosa junto a su rica historia son las razones por las cuales los visitantes siguen eligiendo su establecimiento. Es un lugar que ha mantenido su identidad a lo largo de los años, creando un ambiente único y acogedor que sigue atrayendo a amantes de la buena comida y la tradición.

Te puede interesar  Los 5 mejores lugares románticos para comer en Buenos Aires


El Banderín

Guardia Vieja 3601

https://www.instagram.com/barelbanderin/?hl=es

Anclado en el tiempo, esquivando la modernidad. A su alrededor el barrio se transforma, pero El Banderín continúa siendo ese refugio del buen comer y de las interminables charlas de fútbol. Decorado con más de 500 banderines de clubes, es un auténtico museo de la historia de la pelota. Creado en 1929 como “El Asturiano Provisiones y Fiambrería”, funcionó por mucho tiempo como una tienda de barrio. Lugar de encuentro de los vecinos, donde la leyenda cuentan que era común cruzarse con Troilo o Gardel. Fue en los años 50 cuando el lugar paso a mano de Don Mario Riesco, quien empezó a colgar su colección de banderines de River, para luego ampliar a todos los equipos nacionales. A medida que los tiempos cambiaban y aparecían nuevos comercios cerró el almacén para reinventarse exclusivamente a lo que conocemos hoy en día.

Dejando de lado la historia, nos centramos en otro de sus fuertes: la cocina. Temprano y por la tarde El Banderín sirve deliciosas infusiones, café con leche, acompañados por medialunas y tostados de miga. Durante los horarios de almuerzo y cena es donde se despliega su variada carta: sándwiches de matambre casero y jamones ibéricos, bondiola al malbec, pastel de pollo, costillitas de cerdo, pizzas, milanesas a la napolitana, hamburguesas, pastas y picadas. También tienen opciones veganas.

Esquina estrecha, letras fileteadas, aroma a tango y fútbol. El lugar respira tradición, bohemia y un encanto de saber que en sus paredes y banderines dan cuenta del paso del tiempo. ¡Un vermú por favor!


El Ferroviario

 Av. Reservistas Argentinos 219

https://www.instagram.com/elferroviariook/?hl=es

Milagro contemporáneo. El Ferroviario vio la luz en 2006 como el buffet del Club de Personal Jerárquico del Ferrocarril Domingo F. Sarmiento, ofreciendo meriendas y minutas a socios y vecinos del barrio. El boca en boca, cimentado por las generosas raciones del buffet fue evolucionando y ampliando su oferta culinaria de manera impresionante. El bodegón está a metros de la cancha de Vélez Sarfield en Liniers.

Te puede interesar  Osobuco del rey, la estrella de la Casona de Belgrano

El Ferroviario se destaca por su selección de carnes asadas, donde las mollejas, el cordero y el asado son verdaderas estrellas. También sirven cordero, chivito y cochinillos. A no dejar pasar la Provoleta El Ferroviario, con rúcula, tomate, morrón, cebolla, jamón y panceta. Para quienes buscan alternativas, el menú incluye rabas, tortillas, fiambre y milanesas extra grandes. Entre los postres los más pedidos son el tiramisú, flan, queso y dulce y quinotos en almíbar.

Con capacidad para albergar a más de 800 personas al día y una carta que ofrece más de 150 platos, El Ferroviario se ha erigido como uno de los referentes de la parrilla argentina. La hospitalidad y el amor por la buena comida, convierten cada visita en una experiencia memorable.


El Globo

Av. Hipólito Yrigoyen 1199

https://www.instagram.com/restaurantelglobo/?hl=es

De mitos y leyendas, El Globo tiene una de las mejores. Fundado en 1908 en el barrio de Monserrat, con el nombre Fernández y Fernández Bar & Billares. Entre su clientela estaba “el loco de los globos”, el aviador Jorge Newbery, ídolo porteño que congregaba multitudes. Una de sus gestas más famosas fue cruzar el Río de la Plata con el “El Pampero”, un globo aerostático que había traído de Francia. Newbery le dijo al dueño: “¿Por qué no le cambias el nombre y le pones El Globo o El Pampero?”. La mesa 34 lleva su nombre, con placa y una pequeña estatuilla.

El lugar conserva esa aura española de principios de siglo, con puertas cancel, tabique de vitraux, fileteados, escalones de mármol con letras de bronce y arañas majestuosas que iluminan el local. El Globo es famoso por sus pucheros. Se destacan los pucheros de gallina, cerdo, choclo y chorizo. También se puede pedir el mixto. Como todo mítico bodegón no puede faltar las minutas, las pastas, la parrillada. De postre sugerimos el panqueque a la italiana y la natilla a la madrileña

Con capacidad para más de 150 cubiertos, platos abundantes, mozos de carrera y un lugar que mantiene su estilo son la base de uno de los bodegones notables de la ciudad de Buenos Aires.

Te puede interesar  Fronteras, restaurante de campo en Tomás Jofré

El Hipopótamo

Avenida Brasil 401

https://www.instagram.com/elhipopotamorestaurant/?hl=es

En una de las esquinas con más fama de San Telmo, se encuentra uno de los bodegones que resiste el paso del tiempo. El Hipopótamo, abierto desde 1909, tiene sus raíces en los días en que era un modesto almacén y despacho de bebidas. Su primer nombre fue La Estrella del Sur. Lugar obligatorio para el porteño y el turista. Su ambientación con cuadros de viejas glorias de la cultura, carteles publicitarios, botellas, ventiladores, sifones, mobiliario antiguo y un hipopótamo de cerámica que mira descolorido desde lo alto de una vitrina, son algunas de los miles de objetos que dan cuenta de la rica historia del lugar.

Como todo bodegón sus precios son accesibles y las porciones abundantes. Abre temprano por la mañana donde lo más pedido es café cortado con medialunas. A partir del mediodía y cena, el menú es amplio: pollo al horno con papas, picadas, milanesas con guarniciones, rabas, ravioles de pavita con salsa parisien, empanadas y sándwiches de toda variedad. Un consejo para los amantes de la cerveza, el chopp bien helado con una rubia o negra tirada.

Sobre la barra cuelgan patas de jamón, ristras de ajo y chorizos, generando un olor particular. Una sensación que el tiempo no fluye. Que los bodegones se resisten a cambiar. Que así sea, porque la tradición de estos icónicos bodegones siempre ha sido la de proporcionar un espacio donde se pueda disfrutar de buenos momentos compartidos.


¿Te gustaron las recomendaciones del artículo? Compartí tus opiniones y experiencias en tus redes sociales en Facebook, Instagram o Twitter y ayuda a crecer la comunidad de Manjar Argentina. ¡Tenemos más guías para vos!


Guías relacionadas


Dejá un comentario