Havanna, furor por el alfajor con sal marina

Federico Moreno

El nuevo alfajor de Havanna, es un homenaje a la ciudad de Mar del Plata


Havanna lo hizo nuevamente. En una magistral movida de marketing lanzó un nuevo alfajor en el marco de los 150 años de la ciudad de Mar del Plata. La Ciudad es cuna de la empresa Havanna, creadora de los icónicos alfajores argentinos. El nuevo producto, alfajor Mar del Plata, tuvo un lanzamiento exclusivo para la ciudad balnearia y es un alfajor cubierto con chocolate 70% de cacao, relleno con su clásico dulce de leche y un corazón mucho más cremoso, coronados con unas tapas cubiertas con cristales de sal marina. Para llenar de mar y dulzura cada mordisco y salvar una temporada que venía de capa caída.

Cada alfajor tiene un precio de 1.600 pesos y la caja de 8 unidades sale 13.700 pesos. “Si bien es sutil, por la sal, no pensábamos que iba a tener tantos adeptos. Pero nos sorprendimos. Su tamaño también es especial: es un 65% más grande que el tradicional (pesa 90 gramos contra los 55 gramos de los demás)”, explicó Martín Zalazar, gerente de Marketing de Havanna.

A partir del éxito del alfajor y las largas filas para comprarlo en las sucursales,  la empresa duplicará la elaboración del alfajor y lo venderá de forma permanente en todo el país desde abril, con la incorporación de una nueva máquina y la adaptación de líneas que ya tiene operativas. “Actualmente, fabrica entre 65.000 y 70.000 unidades por día de este sabor. Superó en un 200% la expectativa de venta”, explicó Martín Zalazar.

El nuevo alfajor Mar del plata, boom de ventas en la costa argentina

El nacimiento de Havanna: los comienzos del mito

Hace unos 77 años, Demetrio Elíades abría las puertas de su nuevo emprendimiento: una confitería en la ciudad costera de Mar del Plata y decide llamarla Havanna, en honor a la capital de Cuba. Al tiempo, conoce a Benjamín Sisterna y Luis Sbaraglini -dos socios que se encontraban en la costa argentina promocionando los alfajores Santa Mónica, de su propia fábrica Gran Casino, ubicada en Buenos Aires. Elíades les propone un nuevo negocio: hacer crecer Havanna. De un encuentro, de una amistad y de unos alfajores empezó una historia que va a marcar la gastronomía argentina.

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El 6 de enero de 1948 fue el primer día de ventas y resultó un éxito absoluto. Los alfajores se transformaron en un hit turístico, gracias a lo deliciosos que eran y al slogan de la empresa, que decía: ‘’Se va hoy, se va mañana, no olvide llevar alfajores Havanna’’.

Benjamín Sisterna nació en Vera, Santa Fe, y a los 11 años empezó vendiendo tortitas negras en las calles de su ciudad. En sexto grado dejó el colegio para poder colaborar con la economía familiar y consiguió trabajo en una panadería. A los 18 años se mudó a Buenos Aires, junto a su madre y sus dos hermanas, y ahí pasó por varias confiterías. Durante esos años aprendió los secretos de la panadería, pero su incursión en el mundo del alfajor recién se produjo a fines de los 30.

“Entró a trabajar en una fábrica de alfajores que se llamaba Santa Mónica. Estaba encargado de las ventas y la empresa no andaba bien, pero él tenía algunas ideas para mejorar”, recuerda Pablo Sisterna, su hijo. El plan de Benjamín generó un incremento en las ventas y un tiempo después compró una parte de la compañía. Uno de los dueño de Santa Mónica era el italiano Luis Sbaraglini, que pasó de ser jefe a socio de Sisterna.

Entre los clientes de aquella fábrica estaba el griego Demetrio Elíades. Su confitería Havanna estaba en la esquina de Rivadavia y Buenos Aires, en Mar del Plata. Hasta ese entonces, Havanna era sólamente un salón de ventas con elaboración a la vista. Tenía 4 empleados y los propios socios colaboraban en la venta y el empaquetado.

“En 1947 mi papá y Sbaraglini empiezan a charlar sobre la posibilidad de asociarse con Elíades. Querían transformar esa confitería en una fábrica de alfajores, pero con una receta nueva. En particular querían cambiar la fórmula de la tapa”, cuenta Sisterna. El trío trabajó junto a un pastelero durante seis meses hasta que dieron con el sabor esperado.

El boom se debió, en parte, a estar en el centro de Mar del Plata con elaboración a la vista y el olor a galletita recién horneada. Entonces se instaló como un producto asociado al recuerdo de vacaciones. A su vez, la ciudad atravesaba un crecimiento turístico con la inauguración del casino, el Hotel Provincial y la obra en la ruta 2.

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Foto histórica de la empresa Havanna

Havanna, de Mar del plata hacia el mundo

El éxito inicial los llevó a abrir más sucursales. Para fines de los 50 contaban con 10 locales en Mar del Plata y repartían la elaboración entre algunos de estos puntos. Pero esto también trajo problemas logísticos. “Hubo una época en la que las tapitas se hacían en un local y las transportaban a otro para ponerles el dulce de leche. Esto lo solucionaron a comienzos de la década siguiente cuando adquirieron una fábrica en La Perla y unificaron la producción. detalla el hijo del fundador.

La compañía también amplió su carta de productos, sumando galletitas y conitos de dulce de leche, además de otros que luego descontinuaron, como postres de crema y pasteles de chocolate y coco.

Sin embargo, a mediados de los 60 Havanna sufrió la pérdida de dos de sus miembros fundadores y Benjamín Sisterna asumió la presidencia. Durante su mandato la empresa comenzó a otorgar franquicias y se expandió en la Ciudad de Buenos Aires. En 1998 las tres familias decidieron venderle la empresa a The Exxel Group por u$s 85 millones.

En el 2003 vuelven a cambiar los dueños y la empresa queda en manos del grupo D&C, que expande Havanna hasta darle un nivel internacional, logrando tener un punto de venta en cada una de las ciudades claves de Latinoamérica. Se abren franquicias de Havanna Café en Paraguay, Chile, Brasil, Venezuela, Perú, Costa Rica, España, y Suiza, y más países. Ese mismo año, Havanna compra su propia fábrica de chocolates (Fenoglio) radicada en Bariloche.

Hoy en día, Havanna cuenta con 250 locales en Argentina y 235 en el exterior, y sus principales destinos de exportación son Brasil, Estados Unidos, España, Paraguay y Chile. El icónico Edificio Havanna (o Edificio Demetrio Elíades) -inaugurado en 1969 y de 40 pisos- es una postal marplatense que dejará por siempre una marca arquitectónica en la costa argentina, siendo el edificio más alto de Mar del Plata.

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Actualmente, la firma elabora y vende 5.000 toneladas entre alfajores y otros productos de su porfolio, y emplea a 1.200 personas de manera directa a las que deben sumarse más de 3.000 a través de sus franquicias. A raíz del incremento en la demanda internacional, las exportaciones vienen en franco crecimiento desde que iniciaron sus operaciones en el exterior: en 2020 alcanzaron los USD 3 millones y para 2024 planean superar los USD 7 millones. Havanna puso en marcha un proyecto con el que va a duplicar su capacidad de producción de alfajores. Con financiamiento del Banco Argentino de Desarrollo BICE y el programa Crédito Argentino (CreAr) del Ministerio de Economía, la empresa marplatense invierte más de $1.000 millones para construir una cámara de congelados que le permitirá integrar su proceso productivo y contar con stock permanente para exportar a lo largo del año.

Hace 77 años que la historia de Havanna entrelaza sus hilos con la historia de una ciudad. Un alfajor argentino, que como un tesoro artesanal, ha atravesado el tiempo dejando su sabor inconfundible en el paladar de generaciones de argentinos. Desde 1948, los turistas buscan llevarse el recuerdo de una ciudad, envuelto en un alfajor, en un Havanna.

Alfajores Havanna, clásicos de la Argentina


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