Un viaje al pasado en el renovado bodegón de Parque Avellaneda

En Parque Avellaneda, Yiyo el Zeneize, el bodegón centenario se erige como el emblema del barrio. Esta histórica taberna y almacén de Ramos Generales siempre ha sido el epicentro de encuentro para los trabajadores. Con las nuevas generaciones de la familia al timón, el lugar ha experimentado un renacimiento, manteniendo su esencia inalterada. En Yiyo el Zeneize, se respira la tradición y se vive un proyecto familiar que ha sido testigo del paso del tiempo, las caídas y el resurgimiento.
En la esquina de Eva Perón y Ameghino, los comensales y visitantes quedan fascinados por los tesoros que adornan las paredes y cada rincón. Como un museo, anticuario o una caja de Pandora, se encuentran botellas de aperitivos, sifones, relojes, damajuanas, cuadros, fotografías y una variedad de objetos más. En 2022 Yiyo el Zeneize fue declarada bar notable y sitio histórico de la ciudad.
La leyenda nace con Egidio Zoppi (Yiyo), italiano de la zona Norte de Piamonte, herrero de profesión. Yiyo desembarca un 8 de Diciembre de 1913 en Buenos Aires, alojándose en el hotel de los inmigrantes en Puerto Madero. Al poco tiempo logra ingresar a trabajar en la estancia de los Martínez de Hoz. Luego de unos 4 años decide abandonar el lugar por falta de pago y maltratos, es ahí cuando se instala en la zona sur de la Capital. Parque Avellaneda una zona alejada de la metrópolis, lugar donde se cosechaba alfalfa, donde los niños jugaban en el antiguo arroyo Cildañez, donde los gauchos trabajaban la tierra y el ganado vacuno. Es aquí en 1918 cuando de la mano de un estanciero mas amable logra acceder a una porción de tierra donde construiría su propia herrería. Por consecuencia de su cultura Italiana del buen comer y simpatía, los gauchos amigos fueron reclamando una parada donde tomar una copa y comer algo rico. Es ahí cuando Yiyo decide fundar ¨La Campana Piamontesa¨ Restaurante, en honor a sus raíces y a la antigua avenida Campana (Hoy Av. Eva Perón).

El legado de Yiyo
Desde su nacimiento en 1921, tuvo sus momentos de auge y caída. Los primeros habitués fueron los gauchos que paraban por una grappa y un plato de comida camino al mercado de Hacienda. Mutó de rubros, siendo fábrica de encurtidos y fraccionaria de vinos. Visitado por figuras del tango y la farándula porteña, siempre con la esencia de servir bebidas y dar de comer. Tras el fallecimiento de Yiyo en 1966, sus hijos Luis y Bautista asumieron el desafío, enfrentando crisis económicas y políticas y adaptándose a la transformación urbana de una Buenos Aires en constante crecimiento. Lamentablemente, los hermanos fallecieron durante la pandemia, pero de esa oscuridad surgió con renovada fuerza el espíritu emprendedor para revitalizar y preservar el legado. Hoy, Danilo (nieto de Luis), Omar (hijo de Bautista), Maxi Luque y Cristian Díaz llevan las riendas del negocio, con nuevos aires, manteniendo su esencia y cargando con orgullo el peso de su historia que susurra en cada rincón de la cantina.
“Con Yiyo el Zeneize intentamos reconstruir nuestra historia, la del vino, la de la comida y de la arquitectura. Somos parte de Parque Avellaneda y estamos orgullosos de que cada vez viene más gente de otros lados a visitarnos. En el local ofrecemos la pasta fresca de la fábrica El huevo de Oro, que tiene 60 años en el barrio. Los panes son Orfano, una panadería con 50 años. Hay artistas de acá cerca que vienen a hacer exposiciones. Intentamos torcer un destino, apostando al país y a una tradición, yendo para adelante”, dice Danilo en una entrevista en La Nación.

Una carta renovada con la tradición intacta
La nueva camada al frente de Yiyo logró mantener su estructura y su esencia, aportando platos renovados sin perder su toque tradicional. Yiyo cuenta con una amplia carta con muchas opciones de platos, postres y vermús.
Se divide entre los Clásicos, con Empanadas de carne cortada a cuchillo, Provoleta a la plancha flambeada con Vodka, tomates secos y cebollitas encurtidas; Tortilla española, Faina crocante con escabeche de verduras asadas y frutos secos; Papas a caballo y Bife de Chorizo ahumado, salsa Toné y huevo rallado con alcaparras y cebollitas encurtidas.
Entre los Platitos hay Ensaladas del día, Papas rotas (triple fritado) con huevo y
crocante de bresaola con pimentón ahumado; el Revuelto de Omar (sopresata Sello de Oro con huevo revuelto, putapario, ciboulette) y Burrataka (Burrata con mortadela con pistacho, pesto Genovés, albahaca Fresca y Aceite de Oliva).
Siguiendo con los Fuertes: Bondiola braseada con vino Yiyo, Milanesa de peceto y ensalada del día; Cintas a la putanesca con salsa de tomate orgánicos, Raviolones de 4 quesos de espinaca rellenos de ricota y verdura con cebolla caramelizada y crocantes de cajú En la parte de Almacén: degustación de aceitunas, de salames, de quesos y encurtidos del Omar. De Postre: Panqueques con Dulce de leche y Flambeado con Whisky; Pelones quemados con manteca más Vino patero y Crema y por último Sfogliatella.
Los vermús son la estrella de la cantina con una amplia carta de etiquetas y variantes, además de Vinos, tragos, limonadas, jarras locas con Gin Heráclito y almíbar de Cereza, Vermut Bianco y jugo de pomelo. Imperdible el Vino Patero Tinto con almíbar de cítricos, limón y mix de tinturas.
En Yiyo el Zeneize se saborea ese gusto tradicional, el aroma de lo añejo, de una historia viva, de una cantina que vio pasar mil anécdotas y una nueva generación que quiere contar la suya. La historia de Yiyo trasciende el tiempo, siendo un punto de encuentro. Este es un lugar donde siempre hay espacio para una buena comida y un vermú para compartir.
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